RUTA Nº 6: PINARNEGRILLO – OTONES – TORREIGLESIAS – COVATILLAS – PEÑASRUBIAS – ESCOBAR DE POLENDOS – MOZONCILLO

Fig.1. Mapa de la ruta nº 6

 

Fig. 2. Perfil de la ruta nº 6

 

KM 0: Salimos de la Plaza Mayor por la calle de Aldea Real y hacemos el mismo recorrido que en la ruta nº 4 hasta el kilómetro 9,3, lugar en el que, en vez de girar a la derecha al llegar a la nave ganadera, seguimos recto por el mismo camino sin desviarnos, dejando ahora el alto de Otonrubio a nuestra derecha. Hacemos unos 1,7 kilómetros más en suave subida desde el cruce y cogemos el camino que sale a nuestra derecha; después de hacer 300 metros, en otro cruce, nos desviamos a la izquierda, por el Camino de Enmedio (así señalado en el mapa); yendo cuesta arriba, llegamos hasta una nave de ganado vacuno con una balsa que está en lo alto de una loma; desde allí ya se vislumbra el casco urbano de Otones y, por un camino  menos cuidado, tras hacer 2 kilómetros desde la nave ganadera llegamos hasta el cruce con la carretera de Aranda. Cruzando la vía CL-603 y, subiendo recto la cuesta arriba un kilómetro más por la carretera SG-2223, llegamos a Otones de Benjumea; desviándonos a la derecha, después de pasar por una báscula para camiones, encontramos una pequeña laguna rodeada por una valla de madera donde podremos realizar la tercera parada (las dos primeras paradas son las mismas que estaban propuestas en la ruta nº 4).

 

 PARADA Nº 3: OTONES DE BENJUMEA (KM 15,1)

 

 

Además de lugar de descanso, podemos contemplar el paisaje que se abre hacia el norte, con los diversos otones (oteros) que salpican los alrededores del  pueblo.

Fig. 3 y 4. Charca. Casa del Marqués, Otones de Benjumea.

 

A pesar de ser un pueblo muy pequeño (apenas tiene censados  75 habitantes), tiene abiertos dos museos, lo que nos habla del mérito de las personas encargadas de  la obtención del material del museo y de su mantenimiento, teniendo en cuenta que su tiempo y sus desvelos se dedican sin pedir ninguna compensación económica a los visitantes. Uno de los museos, denominado “La Última Escuela”,  se basa en la recreación de una escuela rural (ocupando el mismo espacio que cumplió esa función) tal y como se organizaba en los años 60 y 70 del siglo XX; además se expone un amplio conjunto de material escolar, diversos juegos y juguetes  infantiles. El Museo Etnográfico se encuentra en la planta superior de otro edificio (la Casa del Marqués),  y en él se exponen multitud de objetos representativos de los oficios tradicionales (agricultura, ganadería, albañilería, herrería,… ), así como los enseres domésticos de la vida cotidiana de los siglos XIX y XX, característicos del medio rural.

Otones estaba poblado hasta los año 20 del siglo pasado por colonos que trabajaban en  las “tierras del marqués”;  con la adopción de un plan de colonización se dividió el término en lotes que compraron los vecinos, que así se convirtieron en los nuevos propietarios y el pueblo pasó a tener ayuntamiento propio. Por ser Luis Benjumea el Director General  del proyecto de colonización se añadió su apellido al nombre del pueblo a modo de homenaje.

 

En lo alto de pueblo se sitúa la iglesia parroquial de San Benito, que en un principio fue una pequeña capilla con espadaña que se amplió en el siglo XIX; el edificio se compone de dos tramos: la cabecera, más ancha y de planta cuadrada, y una nave alargada que se remata hacia el oeste con una espadaña  de dos vanos rematados con arcos de medio punto en los que se sitúan las campanas.

Fig. 5. Iglesia de San Benito Abad, Otones de Benjumea.

 

 

Como agradable sorpresa,  el día que visité este lugar durante el verano de 2012, en una finca vallada situada al lado de la iglesia, unos borriquillos se aproximaban a saludar a los que allí se acercaban; alegra la mañana ver a estos nobles animales, ya tan escasos. También en Otones, llama la atención un corral con una pared de entramado, con un singular y hábil armazón de madera  y de adobes dispuestos en  espina de pez.

Fig. 6 y 7. Borrricos en un cercado. Pared con entramado de madera y adobe, Otones de Benjumea.

 

 

Siguiendo por la carretera, salimos de Otones en dirección sur; junto al frontón podemos ver otra lagunilla rodeada de una cerca de madera de similares características a las que hay en la entrada  del pueblo; dejadas atrás las últimas casas, después de una cuesta muy pronunciada, la misma carretera nos conduce hasta Torreiglesias, tras recorrer 4 kilómetros más. Entramos en Torreiglesias por la calle de Otones y entre los primeros edificios encontramos una casa un tanto particular; semejando ser un molino de viento, con un cuerpo cilíndrico y unas pequeñas aspas metálicas, encontramos esta simpática estampa, pero un poco estrafalaria, pues nada tiene que ver con los edificios próximos, de tipología tradicional; las figuras de chapa de Don Quijote y Sancho asomadas al balcón nos dan la bienvenida. Tomando a la izquierda la calle de la Fuente nos dirigimos hasta la iglesia parroquial.

Fig. 8. Casa imitación de molino manchego. Torreiglesias. 

 

PARADA Nº 4: IGLESIA DE LA ASUNCIÓN. TORREIGLESIAS. (KM 19,6)

Fig. nº 9. Iglesia de la Asunción. Torreiglesias.
 

El templo parroquial de Torreiglesias es de origen románico y es una de las joyas escondidas de este estilo que sorprende descubrir; en sus inmediaciones se han localizado restos de una antigua villa tardorromana, lo que indicaría que esta localidad ha tenido una continuidad como lugar habitado desde tiempos inmemoriales. La torre de la iglesia (que da nombre a la localidad) se levanta sobre  un zócalo y tiene cuatro cuerpos que se van retranqueando ligeramente hasta el alero del tejado, cubierto éste con pizarra. Al lado de la torre  se sitúa un ábside románico con tres ventanales rematados con un arco de medio punto sobre capiteles con elementos  figurativos que entremezclan motivos vegetales y animales fantásticos. En el alero del tejado, entre los canecillos, aparecen metopas con motivos como lazos y flores.

Fig. nº 10, 11 y 12. Abside. Capitel del abside. Figura incrustada en el muro sur. Iglesia de la Asunción. Torreiglesias.
 
Fig. 13 y 14. Aleros de la iglesia de la Asunción. Torreiglesias.
 

Si tenemos oportunidad no debemos perdernos la espectacular portada sur del templo, escondida tras un pórtico cegado. Presenta cinco arquivoltas, las de los extremos y la central tienen decoración escultórica, mientras que las otras dos son de baquetón. En la arquivolta inferior y en la central se repiten elementos florales. La arquivolta más destacada es la exterior, donde una serie de animales (burros, cerdos, serpientes, aves,…) , figuras humanas y seres fantásticos (sirenas, centauros, grifos) se entremezclan formando una enmarañada procesión. Bordeando esta  arquivolta se sitúa una chambrana ajedrezada. Los capiteles que sujetan las arquivoltas de baquetón se decoran con grifos y leones enfrentados y uno de ellos con dos demonios que agarran a una figura humana.

Continuando por el casco urbano de Torreiglesias, bajamos un tramo de la calle de la Iglesia hasta coger la calle  de los Silverios por la izquierda, para después volver a torcer a mano derecha por la calle Nueva hasta llegar a la Plaza Mayor; subimos por la calle de las Escuelas y nos volvemos a desviar por el camino cuesta arriba que sale a la derecha y que nos conduce hasta la ladera de la lastra.

PARADA Nº 5: LASTRA DE LA MUELA. TORREIGLESIAS. (KM 20,2)

 La forma de relieve denominada “muela” se eleva sobre el caserío de Torreiglesias, recibiendo su nombre por el parecido con esa pieza dental; en origen, formaba un pliegue calizo cóncavo  y ha quedado en resalte como sinclinal colgado por ser más resistente a la erosión y ahora forma un cerro culminante. Desde la calle del Charco pueden apreciarse los depósitos arenosos que han sido aprovechados como material de construcción; sobre estas arenas se asentaron los estratos calizos más recientes que se fueron acumulando durante el Período Cretácico Superior, al final de la Era Secundaria, cuando este territorio estaba cubiertos por las aguas de un mar muy poco profundo.

Fig. nº 15 . Arenero en la Muela de Torreiglesias.


Fig. 16. Vista de la Muela de Torreiglesias desde la carretera.
 

Proseguimos por la misma calle hasta confluir con la Travesía de Losana, que nos lleva hasta la carretera SG-P-2222. Por esta carretera, que conduce hasta Losana de Pirón, descendemos sus cuestas unos 2 kilómetros, hasta el camino que sale a la derecha poco antes de llegar al puente sobre el río Viejo. Para proseguir por el camino se ha de pasar por la puerta de un vallado que evita que las vacas que pastan por estos prados salgan a la carretera; sobra decir que las cercas que nos encontremos hay que dejarlas cerradas y evitar así perjuicios a los ganaderos.

Tras pasar la cerca y en todo el itinerario hasta llegar a Peñarrubias nos vamos a encontrar con un observatorio perfecto en el que detectar formas características del modelado kárstico, por tener como base rocas carbonatadas. El agua de lluvia al combinarse con el CO2 del aire y del suelo se convierte en ácido carbónico que disuelve el carbonato cálcico de las rocas, haciendo  desaparecer el cemento que unía sus partículas, permitiendo su infiltración y la formación de grietas por las que discurre el agua. Estas grietas se van agrandando por la acción disolvente del agua, formando una red de galerías que se comunican.

Cuando el proceso de karstificación afecta a todo el espesor del roquedo calcáreo se forman depresiones,  formando valles amplios que conocemos con el nombre de cañones o gargantas como podemos ver, primero en el río Viejo y en el Pirón después: sobre el fondo plano del valle, por donde discurre el río, se levantan paredes escalonadas de fuerte pendiente que culmina en la superficie de las lastras. El proceso de formación de los cañones de los ríos Viejo y Pirón ha sido relativamente reciente en términos geológicos, pues el cauce inicial se ha ido profundizando en el último millón de años. A medida que el cauce de los ríos fue excavándose también descendió el nivel freático y  el desplazamiento del agua hacía el río fue agrandando las cavidades tanto en vertical como en  horizontal.

Además, esta zona tiene un gran interés botánico, ya que la frescura del terreno y la presencia del agua permiten un claro contraste con respecto a la vegetación que habíamos visto en las lastras y en las campiñas. Si a esto le añadimos la existencia de varios yacimientos arqueológicos prehistóricos en las inmediaciones, estos parajes nos ofrecen atractivos suficientes como para necesitar varias jornadas para poder conocer la zona con un poco de profundidad. No incluidos en este itinerario estarían algunos yacimientos prehistóricos, todavía en estudio, como los del Cerro de la Sota, la cueva de Murcigallinos, el Poblado del Bronce, el muro de los Siete Dobleces, el cerro de las Virlandosas o en el Cerro de Castrejón.

 
Fig. 17 y 18. Sabina y quejigo.
 
Fig. 19 y 20. Endrino y saponaria.
 

En los márgenes del río nos encontraremos un ecosistema de bosque de ribera, en el que conviven sauces, fresnos, chopos, olmos,...; más alejadas del cauce del río iremos viendo a lo largo del recorrido terrenos dedicados a pastos y junto a ellos sabinas, encinas, quejigos, robles, enebros, nogales  o  higueras silvestres. Los árboles se acompañan de matorrales y plantas herbáceas como avellanos, endrinos, escaramujos, espinos, rosales silvestres, zarzamoras, helechos, saponarias, boneteros, …, con todo un cortejo de plantas aromáticas en las inmediaciones como jaras, cantueso, romero, tomillo, poleo, … Entre estas plantas, en las fotografías se destacan el endrino, con cuyas bayas se obtiene pacharán, y la saponaria, usada desde época de los griegos como jabón por su poder de limpieza al ser capaz de generar espuma.

Transitando por la senda paralela al río Viejo llegamos hasta una línea de alta tensión que atraviesa perpendicularmente el cauce del río Viejo; inmediatamente se aprecian en la ladera  unos árboles  que ya no se cuidan y que se trabajaron hace tiempo en terrazas que ascienden hacia la lastra.

PARADA Nº 6: CORRAL DE MÁXIMO. (KM 25)

Subiendo a pie por la  empinada ladera nos encontramos con lo que fueron  la casa y corrales de un hombre solitario que buscó aquí su paraíso terrenal. La casa excavada en parte en la roca y los árboles frutales que se plantaron a mediados del siglo XX nos hablan de un personaje que durante años vivió retirado del mundanal ruido, llevando una vida sencilla en plena naturaleza; podemos imaginarnos a esta persona solitaria, alejada del ritmo que marcan los relojes, trabajando calladamente y prescindiendo de todo tipo de comodidades y ambiciones.

 
Fig. 21  y 22. Restos dela casa de Máximo. Vistas del cañón del río Viejo desde el alto de la lastra.
 

Volviendo por la senda paralela al río Viejo, recorremos otro kilómetro, llegando hasta un vallejo (pequeño valle en donde el cauce seco de un arroyo confluye en el río). Aquí se puede apreciar el proceso de erosión mecánica y disolución de la roca caliza; el lecho del arroyo está recubierto por fragmentos rocosos de diferente grosor; en las laderas del vallejo algunos estratos calizos aparecen en resalte en forma de visera por derrumbe de la bóveda de la galería que se habría formado, por donde hace mucho tiempo discurría el agua subterráneamente.

Aquí dejaremos aparcada la bicicleta para dirigirnos a pie unos 200 metros por la ladera en dirección noreste hacia el alto de la lastra, sorteando un desnivel de 40 metros hasta la torca que desde el fondo del valle pasa desapercibida.

PARADA Nº 7: TORCA (KM 25,8)


Fig. 23 y 24. Camino a la torca. Torca.

 

Este agujero natural es un ejemplo de formas relieve calcáreo, producto de la disolución de la roca caliza, conocido también con el nombre de “dolina”; después de haberse formado una galería, el derrumbe de la bóveda deja al descubierto las  paredes verticales de este pozo  natural de contorno circular, por lo que se denomina  “torca de colapso”. En el fondo de esta torca se acumulan los fragmentos de lo que fue en su momento el techo de la galería y la arcilla que se liberó tras la disolución del carbonato cálcico que contenía la roca; entre estos materiales ha arraigado un saúco de gran tamaño. Deberemos extremar la precaución  cuando nos asomemos en el borde de la torca, pues un traspiés podría darnos un disgusto.

 

Fig. 25 y 26. Resalte calizo en forma de visera. Cueva de la Mora.
 

Desandamos el camino recorrido y tras otro kilómetro y medio llegaremos a la confluencia de los ríos Viejo y Pirón; cerca de donde habíamos hecho la última parada cruzaremos por un pequeño manantial y muy cerca, escondida tras una gran roca de la ladera, se encuentra la pequeña cueva de la Mora, indicada también con un panel informativo medio destrozado. Parece que aquí hubo una tumba de un niño moro, y así parece por el pequeño agujero antropomórfico.

 

Cruzaremos un pequeño puente de madera y a unos 200 metros de él, medio escondida entre las zarzas y el tronco de un saúco, se encuentra la entrada de la cueva de la Vaquera, lugar en el que haremos la siguiente parada.

 

PARADA Nº 8: CUEVA DE LA VAQUERA. (KM  27,5)

 

Es el ejemplo más representativo en la zona de galerías originadas por disolución de la roca caliza. Su entrada, más ancha,  es abovedada y el suelo se halla recubierto de arcillas y pequeños fragmento de roca; más al interior, donde la galería se estrecha existe una reja de hierro, pero no impide que se pueda pasar, y en ella hay un cartel con números de teléfono destinado a los que quieran explorar la cueva con seguridad, acompañados de un guía que los acompañe.

 

Fig. 27 y 28. Puente de madera sobre el río Viejo. Cueva de la Vaquera.

 

La cueva se llama también de la Fuentedura, pues pocos metros por debajo de su entrada hay un manantial con ese mismo nombre. En su conjunto, la cueva tiene tres galerías con una longitud de un kilómetro. La galería inferior está inundada por el agua, mientras que las dos superiores están secas, lo que ha permitido ser utilizada como cobijo por los primeros pobladores, siendo un yacimiento en el que se han encontrado restos prehistóricos que abarcan desde el Neolítico, hace unos 6.000 años hasta la Edad de Hierro. Se han llevado a cabo varias campañas arqueológicas en las que se encontraron diversos enterramientos, restos cerámicos celtibéricos y de la Edad de Bronce mezclados, así como restos óseos de animales domésticos y salvajes. Se han documentado también vestigios de arte parietal, grabados de trazo esquemático que se habrían realizado durante el Eneolítico y la Edad de Bronce.

 

Durante el verano,  el río Pirón en este tramo permanece seco, por lo que resultaría fácil atravesar su cauce para dirigirnos hasta la ermita rupestre de Santiaguito, situada a unos 300 metros en línea recta desde la cueva de la Vaquera; en vez de pasar a la otra orilla del río directamente, se regresa hacia el puente de madera, pero sin volver a pasarlo nos desviamos por el sendero de la izquierda que lleva hasta un vado en el río Pirón, fácil de atravesar en verano; al llegar a un panel informativo cogemos el sendero que nos conduce cuesta arriba hasta la ermita.

Fig. 29.  Subiendo a la ermita rupestre de Santiaguito (se observa la pared que cierra el abrigo rocoso).

 

PARADA Nº 9: ERMITA DE SANTIAGUITO. (KM 28,1)

 

 

Esta pequeña ermita rupestre no es más que un muro que cierra un abrigo natural, donde tanto la pared interna como su techo son de roca viva; una puerta de madera y una verja de hierro protegen el interior del recinto.  La existencia de estas cavidades en el farallón rocoso se deben a  la erosión diferencial de los estratos calizos; los estratos más blandos se erosionan más fácilmente y se forman concavidades, mientras que los de mayor dureza quedan en resalte, como los que se corresponderían con el techo y el suelo de la ermita. El 25 de julio es un día de fiesta y aquí se celebra con una romería en la ermita y en la pradera  a la que acuden numerosos visitantes procedentes de toda la comarca y que durante unas horas alegran con su bullicio este paraje, solitario durante buena parte del año.

Fig. 30 y 31. Entrada  e interior de la ermita de Santiaguito.

 

 

Desde la ermita, bajamos por el sendero que nos lleva por el camino de la margen izquierda del río y pasaremos a la margen derecha por un nuevo vado situado a unos 500 metros de la ermita. Nos dirigimos a través del camino hacia el caserío en ruinas de Covatillas; a lo largo de este trayecto, en las dos márgenes del río, encontraremos quejigos y varios ejemplos de disolución sobre roca caliza en forma de panales de abeja en bloques desprendidos de las paredes rocosas, llamadas de esta manera por su parecido con los agujeros que podemos encontrar en una colmena; las pequeñas oquedades se abren a favor de los estratos de la roca, que en este caso de la fotografía están casi en la vertical.

Fig. 32 y 33. Quejigo de grandes dimensiones. "Panal de abeja" en roca calcárea.

 

 

Llegando a las ruinas del caserío de Covatillas nos desviaremos a la izquierda después de pasar los restos de estos edificios para atravesar nuevamente el río Pirón por un interesante puente construido hace 500 años y que ha conocido algunas reparaciones. La estructura del puente se compone de dos ojos trazados con arcos de medio punto, pasando el Pirón bajo el ojo de mayor tamaño. Entre los dos vanos hay un tajamar triangular de piedra, que protege al puente de las embestidas del agua en los períodos de crecida. El puente está construido con sillares de piedra caliza, excepto los pretiles, realizados con mampostería y rematados por losas bien escuadradas. Al cruzar el puente deberemos tener cuidado con el empedrado, cuyas irregularidades tienen cierto peligro para pasarlo con bicicleta. Pasado el puente, tomamos el camino de la izquierda que nos conduce hasta la fuente en  la que haremos la siguiente parada.

Fig. 34. Puente de Covatillas sobre el río Pirón.

 

Nº 10: LA FUENTE DE COVATILLAS. (KM 29,9)

 Se trata de una surgencia que se abre en la roca caliza como un ejemplo más de disolución del carbonato cálcico. Ya el topónimo del lugar es bien expresivo, al referirse a la existencia de cuevas de pequeño tamaño (covatillas). A la vez que el río Pirón fue profundizando su cauce también fue descendiendo el nivel freático y actualmente las aguas subterráneas tienen su salida en esta fuente. Aquí se repite el mismo fenómeno que habíamos visto en la cueva de La Vaquera, pues ladera arriba encontramos la cueva de la Arena, que formaría parte del mismo sistema de galerías que esta fuente. Estas aguas han sido aprovechadas desde tiempos inmemoriales y el azud tiene talladas en piedra las bocas de salida del agua en forma de ocho cabezas de león entre las que se ha labrado el escudo de la familia de los Contreras. Sus aguas mantienen un nivel casi constante de caudal y temperatura y parecen tener algunas propiedades por los altos contenidos en bicarbonatos, al llevarlos disueltos por atravesar materiales como calizas y dolomías.

 

Este manantial es el principal aporte de agua al río Pirón durante los meses de verano, en los que su cauce permanece prácticamente seco aguas arriba; no es de extrañar que haya gente disconforme con la captación de agua por parte del ayuntamiento de Torreiglesias y así lo han reflejado en las pintadas que hay en la caseta desde donde se bombea el agua, que reduce el caudal del Pirón hasta unos límites preocupantes.

Fig. 35 y 36. Caseta de captación de agua con pintadas de protesta. Azud de la fuente de Covatillas.

 

 Aguas abajo de Covatillas, durante medio kilómetro nos conducimos por un sendero estrecho paralelo al río que en ocasiones requiere ir con mucho cuidado por el peligro que suponen las raíces de los árboles y las piedras que sobresalen. Después nos desviaremos del río por el camino que nos llevará hasta Peñarrubias. Atravesaremos el pueblo hasta dirigirnos al otro extremo y, en vez de tomar la carretera, nos desviamos por un camino a la derecha, y hacemos una parada en una zona de pequeños huertos que miran al río Pirón, entre los que se sitúa un pequeño edificio que hacía las veces de fragua.

 

PARADA Nº 11: PEÑARRUBIAS. (KM 31,8)

 

 

Peñarrubias es un pueblecito con apenas 30 habitantes censados, que está integrado en el término municipal de Escobar de Polendos; a pesar de ser muy pequeño cuenta con varias casas rurales y en los últimos años se han restaurado algunas de sus construcciones tradicionales como el cocedero (un horno colectivo) y la fragua, que conserva su antiguo fuelle. Al lado de la fragua hay un potro de herrar, semejante al que podemos ver en Pinarnegrillo, pero de troncos más finos y al ser de madera de sabina (mucho más resistente que la de pino) soporta mejor el paso del tiempo.

Fig. 37 y 38. Potro de herrar. Roquedo calizo. Peñarrubias.

 

El paisaje tiene aquí un punto de interés, al aparecer un promontorio rocoso frente al pueblo que adquiere unos tonos rojizos debido a la composición de las calizas, que aquí contienen arcillas y óxidos de hierro, que por su tonalidad deja a las claras el porqué del nombre de Peñarrubias.

Tomamos la carretera asfaltada que lleva hasta El Parral de Villovela y a menos de medio kilómetro de Peñarrubias se encuentra la ermita de La Octava, edificio que se divisa desde el pueblo y a la que llegaremos después de subir una ligera cuesta y desviarnos por el camino que sale a la derecha, para realizar una nueva parada en el altozano donde se sitúa.

 

 

PARADA Nº 12: ERMITA DE LA OCTAVA. (KM 32,5)

 

Fig. 39 y 40. Cuesta que conduce a la ermita y portada de la ermita de la Octava.

 

 

Este pequeño edificio es otra de las joyas del románico de la comarca, obra del siglo XIII. Es un templo de una nave única, con presbiterio y un ábside semicircular; el material utilizado en sus muros es de mampostería, reforzándose en los vanos, los ángulos, las cornisas y el presbiterio con sillares regulares de piedra caliza. Da la impresión de ser un templo de una longitud demasiado pequeña por el lugar que ocupa la portada principal, muy próxima al muro oeste, por lo que puede suponerse que pudo derrumbarse ese tramo o quizá no llegarse a concluirse el proyecto original.

Fig. 41, 42 y 43. Cobijas del tejaroz y dragón que muerde su pata en una metopa. Ermita de la Octava. Peñarrubias. 

 

 

El mayor interés lo ofrece su decoración escultórica, concentrada gran parte de ella en su portada sur, compuesta por tres arquivoltas abocinadas. La arquivolta exterior es lisa, mientras que un baquetón curvo recorre la arquivolta central. En la arquivolta interior se repite como motivo en cada dovela cuatro flores de seis pétalos, con botón central, unidas por una cinta perlada que las rodea. El trasdós de la arquivolta exterior también se decora con una banda de rica talla vegetal. Bajo la arquivolta central dos columnas se rematan con capiteles figurativos; en el de la izquierda, muy deteriorado, se adivinan dos pájaros; en el de la derecha un ave y una figura humana tratan de abrirse paso entre una maraña vegetal. Sobre la portada, el tejaroz que la protege ofrece también un rico repertorio escultórico; en los canes los motivos son figurativos: hombre con túnica, serpiente, asno tocando la flauta,…; en las metopas y las cobijas la decoración es vegetal, con palmetas, roleos, rosetas o florones, excepto el dragón que muerde una de sus patas en una de sus metopas y la espiral de una cobija. Los canecillos de los aleros del presbiterio y de la cabecera muestran también decoración escultórica, pero está peor conservada y en algunos casos han sido sustituidos por piezas lisas.

Fig. 44 y 45. Ábside. Capitel derecho de la portada. Ermita de la Octava. Peñarrubias.

 

De buena factura es también el ventanal a modo de saetera que se abre en el ábside, al que rodea un arco de medio punto sostenido por columnas lisas rematadas con capiteles figurativos, el de la izquierda con una pareja de aves y el de la derecha con una sirena que se recoge la cola. La línea de impostas se decora con flores de cuatro pétalos entre tallos circulares. El exterior del arco está adornado con hojas trilobuladas inscritas en círculos.

Volvemos a la carretera que baja hasta El Parral de Villovela y que después sube por una empinada rampa y se prolonga por otro subibaja. Después de atravesar la carretera de Aranda (CL-603), vemos los muros encalados de la Ermita de la Virgen de la Cuesta donde podremos realizar la siguiente parada.

 

PARADA Nº 13: ESCOBAR DE POLENDOS. (KM 37)

 

 

Antes de llegar a Escobar se encuentra la ermita de la Virgen de la Cuesta; para llegar hasta allí, tendremos que coger al camino que sale a mano derecha de la carretera. El camino va serpenteando en pronunciada cuesta hasta llegar a este edificio del siglo XVIII, lugar donde  se celebra una romería a mediados de agosto en honor a la patrona del pueblo, la Virgen de la Cuesta. Durante la procesión, conocida como  “Las Luminarias”;  los lugareños encienden hogueras y acuden con antorchas a lo largo del recorrido que hace la imagen de la Virgen desde la iglesia hasta la ermita. El edificio cuenta con dos cuerpos diferenciados, con una cabecera más alta y más estrecha que la nave.

Fig. 46 y 47. Ermita de la Virgen de la Cuesta. Iglesia de San Nicolás. Escobar de Polendos.

 

Bajando otros 300 metros llegamos hasta Escobar. El nombre del pueblo hace referencia a la abundancia de retamas, que en el pasado se utilizaban frecuentemente para realizar escobas. Después de pasar el pequeño puente sobre el arroyo Polendos  nos encontramos con la iglesia de San Nicolás, de origen románico, época de la que conserva la torre y el ábside. La torre tiene un arranque monumental, un proyecto muy por encima de lo que serán las dimensiones del templo, realizada en dos cuerpos con sillares de piedra caliza. El primer cuerpo es liso y en el segundo en cada cara presenta dos ventanales cegados y esquinas con baquetón. Los ventanales quedaron sin rematar, desconociéndose si la obra se interrumpió o para ahorrar costes se añadió el cuerpo que aloja las campanas en ladrillo, material constructivo mucho más barato. El ábside semicircular también tiene un arranque en buena fábrica pero se prolonga en la parte alta con un acabado menos esmerado.

 

Salimos de Escobar por el camino que discurre en paralelo al arroyo Polendos y tras 4 kilómetros llegaremos hasta el molino del Cubo, lugar que se recoge en la ruta de Villovela y que en el mapa se señala con la parada nº 14 (en el kilómetro 41,4).Desde aquí podemos seguir por el camino que sale a la izquierda, sin desviarnos y siempre en paralelo al curso del río Pirón hasta llegar a Mozoncillo; llegando a las piscinas públicas y al campo de fútbol tomamos la calle de Escobar, rotonda incluida, y llegaremos hasta la Plaza Mayor, lugar en el que se encuentra el ayuntamiento. 

 

PARADA Nº 15: MOZONCILLO (KM 45,5)

 

El edificio del ayuntamiento de Mozoncillo, como casi todos los de la zona, fue construido en las primeras décadas del siglo XX. En su fachada principal presenta un  pórtico en cada uno de sus pisos, con cuatro arcos rebajados de ladrillo que se sustentan sobre columnas de piedra. Sobre el tejado, dándole un aspecto monumental, se levanta una espadaña de ladrillo rematada por un frontón circular, debajo del cual se abre un arco en el que está la campana del reloj. 

 

Avanzando por la Calle Real vamos hasta la calle Iglesia que sale a nuestra izquierda y que nos conduce hasta el templo parroquial. El edificio se pudo construir a finales del siglo XII o en el siglo XIII, pero ha sufrido varias remodelaciones. Ahora, su cabecera es recta y más estrecha que el cuerpo de la iglesia, y a su derecha está adosada una torre cuadrada, que conserva de la edificación románica;  la torre es de cuatro cuerpos rematados por un chapitel de pizarra más reciente. El edificio original, que podía ser de nave única, se amplió a tres naves y se añadió un amplio pórtico en su lado sur, sostenido por cinco columnas cilíndricas.

Fig. 48 y 49. Ayuntamiento. Iglesia de San Juan Bautista. Mozoncillo.

 

Siguiendo por la calle que rodea la iglesia por el lado de la torre, tomamos por la plazuela de la Iglesia la Travesía del Caño, que nos lleva a mano derecha hasta la calle del mismo nombre, y de ésta salimos a dar a la carretera SG-211 que sale de Mozoncillo en dirección a Aldea Real, pero después de recorrer unos metros nos desviamos a mano derecha por la calle que discurre en paralelo a la carretera y que a poco se convierte en camino al llegar a la ermita de San Roque; esta edificación gótica es del siglo XIV es de buena fábrica, entre la que se destaca una noble puerta en su cara sur con sillares bien escuadrados en los dinteles y en el arco de medio punto. En su cabecera, dos contrafuertes oblicuos refuerzan la estructura del edificio.

afuertes oblicuos refuerzan la estructura del edificio.

Fig. 50 y 51. Ermita de San Roque. Puente de hierro sobre el río Pirón. Mozoncillo.

 

Avanzando por el camino de tierra pasaremos por una zona ajardinada y tras ella pasaremos por el puente de hierro por el que pasaba la antigua carretera sobre el río Pirón;  poquito antes de llegar hasta la carretera de Escalona cruzaremos la carretera SG-211 y nos dirigimos por el camino que nos llevará hasta Pinarnegrillo, el mismo trayecto por el que salía la ruta nº 1. Si aún nos quedaran fuerzas  y ganas podemos subir hasta la cuesta de los Santos por el camino que sale a mano derecha, situado a 3 kilómetros del punto de llegada.

 

 

En Wikiloc puedes encontrar este recorrido en la siguiente dirección:

http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=14571180

 

 

MAPA DE LA RUTA Nº 6
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